miércoles, 29 de abril de 2015

Dia del animal

¡Felice Jour del Animal para todos!

Les desea el staff de "Gatos en Conflicto"


Don Negrone, perro de la Porta
Balou, lideg de la Guesistans Gatunil y Agtista Incompguendido
Caba Primera Pili, Guerrera que no dice Porfis y Científica felina
Capitana Kitty Star, gata con Gatunidad
Chiquita de la Calle, movilera

Emérita Escolapia Hiriarte Perreyra Yraola Rapán, alias Pinina, conductora 
Tobías Hermenegildo Hiriarte Perreyra Yraola Rapán, alias Tobi, sabio canino


lunes, 27 de abril de 2015

Gatos al sol




Tarde de sábado. El sol de otoño entibia las hojas de las plantas del jardín.
-¡Mamá humana, queremos salir!
-Abgue la puegta, Pgotectoga, quiego ig al sol.
-¡Mamá humana! 
-¡Pgotectoga, la puegta, sivuplè!
Kitty no dice nada. Se sienta junto a la puerta y mira a Greis fijamente.
-¡Vamos, humana, no tenemos todo el día!

Greis termina de ponerles comida y cambiar el agua de los gatos y los deja salir.
Kitty comienza a tomar sus baños de tierra, Pili corre entre las plantas y Balou se sube a la maceta del jazmín. Los pájaros cotorrean espantados desde las ramas de los árboles y Pili los mira enojada.
-Pajarracos, no me tienten. Soy una gran guerrera y si no salgo a cazarlos es porque la Mamá Humana no quiere que me suba a los árboles. ¡No me tienten!
-No te molestes tanto, Pili, vivig y dejag vivig, somos libgues y bohemios
-¡JA! Ahora le dicen "bohemio". ¡Casi gato perezoso!
-¡Migue quién habla! ¡La gueina de las bgujas en la cama del peggo mafioso!
-Hasta usted es capaz de reconocer que soy una reina, casi gato apestoso.

Mientras los gatos conversan, Greis se dedica a la jardinería. Poda, riega, arranca hojas secas... Luego de un rato, aparece un amigo en la puerta.
-Buona tarde, Patrona. ¿Me abrisono la porta? Veo una gata en la mia cama, questo non e buono.
-Negro, ahora no. Los gatos necesitan tomar un poco de sol, más tarde te abro.
-¡Tomá, perro! ¡En tu cara!
-¡Jajajaja! Nosotros tomamos sol, perro horrible...
-Mosieug Peggo Mafioso, no cgueo que sea tanto sacguificio espegag un ggato hasta que se vaya el sol. La Pgotectoga no lo va a dejag dogmig afuega.
-¡Gatti malcriado! Ya van a vere. Patrona, Patrona, abrime.
-En un ratito, Negro.

Don Negrone espera un rato y al ver que la puerta no se abre, se va. Greis termina con las tareas en el jardìn y entra, dejando la puerta entreabierta para que los gatos puedan entrar cuando quieran. De repente escucha ladrar al perro en la calle, una bocina y un aullido. Sale corriendo. En la puerta de calle, el Negro está apoyado en tres patas, la delantera derecha doblada en el aire.
-¡Ay, Negro! ¿Qué pasó? Adentro gatos, vamos, vamos, adentro gatitos, vamos.
Los gatos entran y Greis deja pasar a Don Negrone.
-Una caja con ruedas, Patrona. Era grandota grandototota. Me ha pisato la patita. ¡Ay, Ay!
-Dejame ver, parece que estás golpeado nomás. Para mañana vas a estar bien.
-Tante gratzie por decarme entrare, Patrona, en la mia cama me voy a mecorare pronto.
Greis entra, tiene más cosas que hacer.
-¡Puf! Tengo que rivolcarme bien rivolcato aquí. Questa cama apesta a gato que quiere tomare sole, jejeje.







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lunes, 20 de abril de 2015

El Guincón del Agtista (Incompguendido)

 
Me llamagon demente. Deligante. Fabuladog.
Aggastgagon mi nombgue y mis palabgas pog el fango de la ignominia. Dijegon que ega un mentigoso y que no sabía lo que decía. 
Yo no hablo pogque sí, hablo con el conocimiento que me da seg un gato de mundo. He viajado mucho y he visto muchas cosas integuesantes, he conocido los lugagues más extgaños. Soy un gato CONOCEDOG. Un bon vivant felino.

Cada vez que hablo de las magavillas de Fgancia, esa gata loca, envidiosa de mi oguigen, descguee de mis comentaguios y los despguecia. Vieja bguja, le hagué tgagag sus maullidos. 

Hoy, al salig al jagdín de la Pgotectoga, he visto la configmación de mis dichos. Allí, en un guincón, había un ágbol de cajas. Clago que es un ágbol pequeño, la Pgotectoga no tiene lugag paga poneg uno ggande, pego igual estaba allí.

Le pedí a la Pgotectoga que me tome algunas fotos paga que vean que no miento ni estoy loco, que yo digo la vegdad.
En la pguimega pueden apgeciag mi diseño fgancés en todo su esplendog, mientgas las ggamas del ágbol, caggadas de cajas, me dan sombga. 
Los ágboles de cajas tienen hojas ggandes que pgopogcionan un hegmoso guefugio al calog del sol de vegano. Y no piegden sus hojas en otoño ni en inviegno, pegmanecen siempgue vegdes.




En esta segunda foto pueden vegme aspìgando el pegfume de las cajas en flog. Es un agoma suave y dulce, pego cada caja tiene un pegfume distinto. Sogpgendente, ¿vegdad? Sin embaggo, cgueo que está guelacionado con el colog de la caja. Cgueo que los pigmentos que cologuean la caja también le añaden su pegfume cagasteguístico. Esas cajas celestes tienen un olog como de abejas, muy integuesante. Y la blanca de abajo olía a leche.





Los ágboles de cajas floguecen a fines de vegano, las cajas madugan dugante todo el otoño y están listas paga cosechag a comienzos del inviegno. Aquí pueden vegme disfgutando de una caja guecién impogtada de Fgancia, allá el inviegno tegminó hace unos meses y ya las han cosechado.
Con esta última foto tegmino mi documental sobgue los ágboles de cajas, espego que lo hayan disfgutado. ¡Adieu!




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lunes, 13 de abril de 2015

Una tarde dulce


UNA TARDE DULCE


Sábado por la tarde. A la noche hay una fiesta de cumpleaños y una promesa de llevar algo dulce. 
Greis toma el libro de recetas del estante y empieza a sacar cosas de la heladera. Las pone arriba de la mesa: huevos, harina, manteca...
-¡Pgotectoga! ¿Me haces unos mimos? ¿Mimos, Pgotectoga?
-Ahora no, Balou, tengo que cocinar
-¿Vas a haceg algo paga mì, Pgotectoga? ¿Algo gguico?
-Ahora no, gatito, correte.
-¿Qué hace la Mamá Humana, Capitana Kitty?
- Evidentemente va a preparar comida
-¿Paga nosotgos?
-¡Pero no! Los humanos no tienen la sofisticaciòn suficiente para preparar comida para gatos. Apenas saben abrir una bolsa de bizcochitos o una lata de atún.
-¡Ufa! ¿Nada rico?
-No, Caba, para nosotros no.
-Igual es interesante verla revolver cosas... ¡Manteca! ¡Me encanta la manteca! 
-¡Pili! ¡Bajate de ahí! ¡YA!
-Está bien, pero cuando pueda servirme manteca, me sirvo, Mamá Humana.

Greis prepara las bombitas y hace las cremas para rellenarlas mientras se hornean.
Espera que todo se enfríe y, antes de empezar el rellenado, poner a hervir medio litro de agua con medio kilo de azúcar para hacer un almibar a punto caramelo y bañarlas después.
-¡Pili! ¡Que te bajes de ahí, dije!
-Ya te vas a descuidar, Mamá Humana, ya te vas a descuidar.

Greis termina de rellenar las bombas -también conocidas como "profiteroles"- y el almibar sigue sin tomar punto.
-Gatos, afuera de la cocina. Afuera, vamos, afuera... voy a facebook a ver si hay alguna novedad de la fiesta.
-Yo no salgo nada. Guardaste la manteca pero seguro que algo voy a poder sacar de la bacha de la cocina, quedaron muchas cosas interesantes para revisar.
-¡Afuera, vamos! - Greis abre la puerta para que los gatos salgan a tomar sol al jardín y se va a su computadora, a ver las novedades en facebook.

-Humana... ¡Humana!
-Hola Kitita bonita, vení...
-Humana, hay algo que no está bien.
-Michi preciosa, vení que te acaricio.
.Sí, sí, pero ahora no.
-¡Bonita Kitty!
-No tiene remedio... Casi-gato, a ver si usted logra hacerse entender.
-¡Pgotectoga! ¿No notas nada ggago, Pgotectoga?
-Balou, siempre pidiendo mimos, qué gato malcriado, jaja. Dejame...
-Los mimos me encantan, Pgotectoga, pego debes salig de esa silla.
-Gatito malcriado, no puede estar sin sus mimos. Bajate, Balou.
-¡Ay, Pgotectoga, no compguendes! ¡Pili! ¡Pili!
-Mamá Humana, vení conmigo.
-Pilita, no saltes arriba del teclado
-No, Mamá Humana, ¡vení!
-Tengo que escribir, gatos, ¿qué les pasa?
-Pero...
-¿Qué es ese humo?
-¡Hasta que por fin se dio cuenta!




Greis entra en la cocina y empieza a toser. El humo blanco llena todo el espacio, no la deja respirar.
Se cubre la boca y la nariz con la ropa y llega hasta la olla de almibar, donde una masa negra humea como un volcán a punto de hacer erupciòn. Apaga el fuego, enciende los ventiladores del techo y abre las ventanas antes de salir corriendo porque los ojos le lagrimean. Afuera, los gatos la esperan sentados.
Don Negrone y la Chiqui vinieron, atraidos por la humareda, y miran para adentro curiosos.
-¿Qué ha pasato, Patrona?
-Bueno, vamos a tener que quedarnos acà un rato.
Yo sabía que ese peggo neggo iba a pguendeg fuego la casa! ¡Lo dije hace un montón de tiempo! ¡Nadie me cguee! 
-¿E io qué hiceno ahora? ¡Sonno innocente!




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lunes, 6 de abril de 2015

La voz de la experiencia - Kitty


La voz de la experiencia II 


Qué duro es intentar transmitir la experiencia a los más jóvenes. Mocosos impertinentes, apenas una empieza a hablar, a compartir la sabiduría que le han dado los años, salen corriendo atrás del primer papelito que el viento arrastra.

Ingratos.

Así estamos. Una trata de transmitirles valores, códigos, los fundamentos de la dignidad gatuna. ¿Y qué recibe a cambio? Que la dejen maullando sola como si estuviera loca.

Decencia, dignidad, respeto, parecen palabras que ya no figuran en el vocabulario juvenil. En mis tiempos un gato joven sabía ubicarse, no contradecía a una gata mayor y mucho menos, MUCHO MENOS, se atrevía a levantarle la voz. Juventud perdida.

¿Adónde vamos a ir a parar? Con este avance del descontrol, esta falta de vergüenza, es un escándalo escuchar las contestaciones de los críos, cachorros que se creen gatos porque tienen cuatro patas y una cola, reclamando lugares que no les pertenecen. No, m'hijito, ser gato es otra cosa.

Un verdadero gato tiene decoro, tiene pundonor, tiene consideración por sus mayores, tiene actitud felina. Un verdadero gato tiene generosidad, maneja las situaciones con altura y no se deja llevar por la emoción del momento. Un verdadero gato enfrenta las vicisitudes de la vida con valentìa y la cabeza bien alta, con el orgullo de pertenecer a una especie superior, con GATUNIDAD.

¡Adónde se ha visto tanta impertinencia! Creo que voy a empezar a escribir un manual para madres, para que eduquen a sus cachorros en el camino del respeto y el decoro gatunos. Ya no se aguanta esta situación, haré lo posible para que, por lo menos las próximas generaciones, recuperen algo de la entereza que solían tener los gatos cuando yo era una jovencita, hace más de cinco años.

Nada de improperios irrespetuosos, nada de impertinencias. Nada de reclamar lugares como si les pertenecieran por derecho propio.
Que les quede claro, delincuentes juveniles: TODAS LAS CAJAS SON MÍAS.







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